Por Ignasi Cardó, jefe de prensa del CF Damm
La generación de 2003 del Juvenil A y sus entrenadores han entrado con pleno derecho en los libros de historia del CF Damm. El primer equipo cervecero masculino ha puesto la guinda al pastel de una temporada que ya era de un nivel excelso sobre el terreno de juego obteniendo la clasificación para la Copa del Rey juvenil. Apenas es la tercera vez en más de 60 años desde que se fundó el Club que se alcanza este prestigioso hito.
Luis García y su cuerpo técnico eran conscientes de que heredaban un grupo de jugadores comprometidos y un vestuario muy unido que había vivido las mejores y las peores experiencias en temporadas pasadas. El bloque del Juvenil B se mantenía y los cerveceros conseguían retener el talento de Éric Vega (escogido como capitán) y Dani Cervera, dos hombres que ya fueron importantes el año anterior en División de Honor. No habría la misma suerte con el extremo Víctor Muñoz (Real Madrid) ni con el delantero Abde Raihani (Atlético de Madrid), que se marcharon rumbo a la capital. A pesar de estas bajas sensibles, la dirección deportiva reforzó con acierto un equipo muy equilibrado que ha hecho de la solidez defensiva y la voracidad en el área rival sus dos pilares para tener licencia para soñar.
“Tenemos equipo para poder optar a estar entre los cuatro primeros al final de la primera vuelta”, resonaba por las paredes del Campus Cerdanya de Puigcerdà, donde los rojos realizaron el tradicional stage de pretemporada. El nuevo formato de la competición, con más clubes y más competitividad debido a las secuelas post Covid, recibía a los 18 equipos con un arma de doble hilo. Los cuatro primeros clasificados después de Navidad disputarían la Copa del Rey. Los seis últimos a final de temporada descenderían de categoría.
De vuelta a Horta, el grupo lo tenía claro. Contaban con el talento bruto, virgen, pero había que pulir y trabajar para ganarse el derecho a estar entre los mejores. El nivel de División de Honor ha subido tanto en los últimos años que los partidos se han convertido en duelos muy igualados que se deciden por detalles y en los que no siempre sale vencedor el conjunto con la propuesta más atractiva. El inicio liguero ya era una primera toma de contacto con la dureza del campeonato y avisaba que el objetivo no sería fácil. El calendario determinaba que la Damm debería visitar a Barça y Espanyol en las primeras cuatro jornadas, de donde se marchó con las manos vacías, pero con la cabeza convencida. Dos grandes actuaciones con méritos para puntuar, especialmente en el campo blanquiazul, donde los de Luis García merecieron la victoria, sumados a dos empates incómodos en casa contra el Nàstic y el Cerdanyola no invitaban al optimismo de puertas hacia fuera. Sin embargo, dentro, la convicción en la idea y el modelo no sólo seguía intacta, sino que se había robustecido.
Quedaba mucho torneo, pero normalmente las piernas tiemblan y la fortaleza se resiente en un vestuario que acumula dos puntos de doce posibles. En el Juvenil A, esto no sucedió. De hecho, la visita del Cornellà en la quinta jornada generó la chispa que impulsó a los de la estrella a la zona alta de la tabla, una posición de la cual no ya bajaron más. Desplegando un dominio y una determinación de una madurez abrumadora, los cerveceros llegaron a encadenar nueve partidos seguidos puntuando (siete victorias y dos empates a cero), con seis porterías a cero y tan sólo tres goles concedidos. Octubre y noviembre, dos meses de competición impecables firmando la mejor racha de cualquier otro equipo de la liga. Los rojos conquistaron Zaragoza, una plaza en la que hacía años que no ganaban. Pasaron por encima del Sabadell, el equipo revelación de la temporada hasta el momento. Se impusieron al Sant Andreu con autoridad en el siempre difícil Narcís Sala. Y se llevaron el duelo directo ante el Girona con un partido muy serio.
La ambición del equipo lo había dejado en una situación inmejorable a pocas jornadas para la conclusión, pero quedaba culminar el trabajo. Diciembre abría sus puertas en el tramo decisivo del campeonato, donde la consistencia del grupo se puso a prueba en el momento más difícil. El pinchazo en casa contra el Ebro (el único traspié aparte de ante los dos favoritos al título), precedido por el empate a viento y frío en Bellvitge, obligaba a los de la estrella a ganar para depender de ellos mismos en el campo del Montercarlo, un fortín para el conjunto aragonés. La Damm no falló y llegó al último partido del año con el primer match ball para escribir la historia.
El estadio se vistió de gala y se preparó para celebrar el hito. Bengalas, bombos y una afición entregada recibieron a un equipo que saltó al césped a comerse al rival. El gran ambiente del Municipal de Horta hizo olvidar que, evidentemente, enfrente había una gran escuadra. El Mallorca planteó un partido de tú a tú y les robó la posesión a los locales en varias fases del partido. Los locales se adelantaron temprano con el gol de Dani y estuvieron virtualmente clasificados durante todo el encuentro, pero en el cuarto de hora final, los baleares restablecieron las tablas haciendo justicia en un duelo de máxima intensidad. La alegría se emplazaba al Nou Sardenya, pasadas las fiestas navideñas, contra el Europa.
Los cerveceros llegaron al partido clasificados matemáticamente por los resultados de la jornada y la renta favorable que habían asegurado durante toda la competición, pero faltaba consolidar una tercera plaza que amenazaba al Mallorca. Con el punto sumado en un encuentro trabado contra los gracienses, el Juvenil A celebró el acceso a la Copa del Rey con muestras sensibles de alegría sobre el césped.
Las mejores historias las escriben los colectivos sin grandes individualidades marcadas. Y en este relato, no ha sido distinto. Orquestados desde el banquillo por un Luis García completamente adaptado a la filosofía formativa del Club en su tercera temporada, y con el afán de trabajo y superación que le caracteriza, la Damm sometió a sus rivales con un juego sinfónico que no variaba si se intercambiaban las piezas. En la portería, dos grandes arqueros firmaron intervenciones destacadas que ganaron puntos. Dos estilos distintos. La alegría contagiadora de Nil, jugador de la casa y alma del vestuario, y el tesón de Izan, que en su segunda etapa en la Damm ha demostrado unos reflejos de élite.
En la línea defensiva, el muro central fue terreno propiedad de Yeray y Oriol, imperiales en la salida de balón y en el juego aéreo, flanqueados en las bandas por Roger y Lobo en la derecha y la seguridad de Vega en la izquierda. En el pivote, la revelación de la temporada. El descubrimiento de Adrià García cambió el rumbo del equipo. El mediocentro plantó el ancla en el centro del campo y se hartó de ganar duelos y recuperar balones. Secundado por los minutos de calidad de Molés y la polivalencia hecha jugador de Pol Fernández, el talento y la lucha de Capde dieron un plus de calidad al equipo. El joven futbolista de segundo año, que además marcó un gol decisivo ante el Sant Andreu, ha convencido a los de arriba con su entrega.
Y en zona ofensiva, la estrella de Dani Cervera guió al equipo hacia las victorias con sus ocho goles y su guante en la pierna derecha que tantos partidos desatascó desde la frontal del área. El carisma del veterano cervecero no ha impedido que también brillaran grandes actores de esta obra sin los que ese sueño no hubiera sido posible. Júnior y Aliou se han retroalimentado con inteligencia y solidaridad para sumar más goles para el equipo y atemorizar a los oponentes con una línea atacante de lujo que completaba Almansa. El extremo, que no pudo ser tan determinante como el año pasado, regaló asistencias desde la banda izquierda y marcó su único gol en el día D y la hora H: contra el Girona. La clase de Martí y la excentricidad de Ortega han terminado de perfeccionar una plantilla que también ha contado con aportaciones de valor de jugadores de la cantera.
La Copa del Rey es una realidad y ahora el sueño continúa con el objetivo de llegar lo más lejos posible, sin dejar de lado una buena actuación en la segunda parte de la liga. El CF Damm está orgulloso de que un grupo humano con talento y valores como éste haya escrito unas páginas doradas que quedarán para siempre en el recuerdo de la entidad y la compañía. ¡Enhorabuena a todos!